Impuestos y riqueza de los países
Durante los últimos días la decisión del Gobierno de subir el impuesto del IVA está generando una polémica muy interesante sobre la función de los impuestos y su justificación social. Así, por ejemplo escuché a Patxi López en Onda Cero (y a muchos miembros del Gobierno) que los países más ricos tienen impuestos más altos, y que si queremos tener un Estado del Bienestar como el que disfrutan esos países, también hay que subir los impuestos. En principio, el argumento parece irrefutable y basado en hechos demostrables (la riqueza de esos países y su nivel de impuestos), pero introduce alguna falacia que conviene descubrir.
La primera es que esos países no son ricos por tener un Estado grande e impuestos altos, sino que por el hecho de ser ricos han podido mantener un Estado caro. Si no nos damos cuenta de la diferencia pensaremos que cuanto más rico sea el Estado, más rico será el país, cuando el hecho es el inverso. Es el sector privado de un país el que crea la riqueza, y con esa riqueza se sostiene el Estado. Si se destruye el sector privado, se destruye la riqueza del país y, en último término, también al Estado y al Estado del Bienestar.
En segundo lugar, parece que la única solución a la situación actual de déficit del Gobierno sea subir los impuestos, y esto tampoco es cierto. Se argumenta que es el aumento de las prestaciones sociales por desempleo lo que está motivando el déficit. Sin embargo, de los 260.000 millones de euros que el Estado gastó en el 2.009, sólo 35.000 se dedicaron a las prestaciones por desempleo, y mientras el sector privado se reducía dramáticamente, el sector público ha seguido aumentando hasta hacerse insostenible. El camino para reducir el déficit de 115.000 millones de euros que el Gobierno ha generado en el 2.009 no está en subir los impuestos y seguir esquilmando al sector privado, sino en reducir el tamaño del Estado. Hay que eliminar Ministerios (Igualdad y Vivienda por inútiles y Cultura y Agricultura por estar transferidas todas sus competencias), Administraciones enteras (si tenemos las comarcas ¿qué sentido tiene seguir manteniendo las Diputaciones Provinciales?), privatizar las empresas y entes públicos (entre otros todas las televisiones), eliminar las subvenciones (a sindicatos, a empresarios, a partidos, a empresas, a amigos, etc.) y aplicar al Estado la misma austeridad que las empresas y familias han tenido que aplicar. Ese es el camino y la obligación de un gobernante que piense en su país y al que de verdad le duela ver a tantas personas en paro.
Pero me temo que a nuestro Presidente sólo le duele pensar que puede perder las próximas elecciones. Por eso no dedica sus esfuerzos a arreglar la situación sino a culpar a los demás por “no ayudarle”. ¿Ayudarle a qué?, ¿acaso ha propuesto alguna medida razonable de austeridad en los últimos dos años?
No es cierto que no se pueda salir de la situación actual: se puede salir y saldremos. Pero para hacerlo, este Gobierno tiene que tomar medidas difíciles, en vez de dedicarse a buscar chivos expiatorios. Por el camino que lleva el actual Gobierno, se ha convertido en parte del problema –quizás la mayor- y no de la solución.
3 comentarios
frid -
Ignacio -
Un saludo
Lorenzo -
Gracias por el artículo, das exáctamente las pautas por las que a mi me gustaría que se empezara un cambio estructural.